250 kilómetros entre tormentas de arena, dunas y escorpiones
250 kilómetros entre tormentas de arena, dunas y escorpiones

250 kilómetros entre tormentas de arena, dunas y escorpiones

Una experiencia más dura de lo que se pensaba, pero muy gratificante. Así define el tarraconense Jesús Gellida su participación en la Marathon Des Sables, en Marruecos, una de las competiciones más duras que existen. En total, más de 250 kilómetros recorridos entre dunas de arena, tormentas, serpientes y lagos secos con el objetivo de contribuir a una causa ambiental y concienciar sobre la sostenibilidad.

Jesús, corredor de fondo y divulgador sobre desarrollo sostenible, consiguió finalizar la carrera en la posición 318. De entre los más de mil inscritos, solo 801 la acabaron. Toda una prueba de supervivencia en medio del desierto del Sáhara, en el sur del Marruecos. Se trata de una competición por etapas, a ritmo libre y de autosuficiencia. “Desde el primer momento ya vi que sería más dura de lo que tenía previsto”, explica al tarraconense.

Un equipo de supervivencia para picaduras de serpientes y escorpiones
Más allá del recorrido, Gellida remarca dos factores que incrementan todavía más la dificultad de la carrera: primero, el hecho de cargar la mochila en cada etapa con un peso de más de 10 kilogramos, donde llevaba toda la comida y el resto de materiales obligatorios. En segundo término, el descanso precario, en medio del desierto en una jaima compartida abierta, donde los participantes dormían solo con una esterilla.

Jesús estaba equipado con un equipo mínimo de supervivencia, como un saco de dormir, una manta térmica o un kit de mordiscos de serpiente y escorpión. Por suerte, este último no tuvo que utilizarlo. “No tuve ningún susto, pero otros compañeros, sí”, expresa. Aun así, el respeto lo inundó en la cuarta etapa, la cual tardó diecisiete horas para completarla y seis de estas fueron por la noche en zonas rocosas y de arena.

Además, hay que añadir que en la segunda etapa chocaron contra una espectacular tormenta de arena. “Fue entonces cuando pensaba qué hacía aquí pudiendo estar en casa”, recuerda Jesús. En su cabeza solo tiene la imagen de recorrer los seis kilómetros de un lago seco con la sensación “que no avanzaba, sin ver y con los impactos dolorosos de la arena”. Fue a partir del tercer día de carrera cuando todo fue a mejor, sobreponiéndose a las adversidades y con el objetivo de finalizar la prueba.

Cuando sobresale el instinto de supervivencia
Jesús se había informado perfectamente de la Marathon Des Sables y había hablado con otros deportistas que lo habían realizado, como Albert Giné, de Roquetes, el cual “me dio muchos buenos consejos” después de acabarla tres veces. En cuanto a los entrenamientos, tenía claro “que no podía reproducir las condiciones con que me encontraría”. Corría entre veinte y cuarenta kilómetros al día y en algunas ocasiones se ejercitaba sobre la arena de la playa Larga, en Tarragona, y de Riumar, en el Delta del Ebro. “Intentas recrear siempre las situaciones de la zona, pero ya sabes que no será lo mismo”, dice.

Más allá del físico, el instinto de supervivencia tiene mucho que decir a la Marathon Des Sables. Jesús Gellida define la competición con dos palabras: supervivencia y generosidad. Era consciente a lo que se enfrentaba, sin embargo también le ayudó el hecho “de estar con otros compañeros durante diez días a los cuales no conoces de nada y lo tienes que vivir todo con ellos”. Así, pues, detalla que rápidamente “se empatiza y existe un gran sentimiento de compartir”.

Dicen que donde no llegan las piernas, lo hace la cabeza y Jesús lo confirma. Asume que “nunca me había enfrentado a una prueba en situaciones tan adversas”, a pesar de haber corrido otras carreras de larga distancia, pero de tan solo un día. El corredor es consciente que “soy muy cabezota” y da un consejo: “Hay que repetirse consignas y decirte una vez y otro que lo puedes hacer”. Gellida tenía claro, pero, que no iba a competir, sino a finalizar el maratón. Así, cuando tenía una lucha psicológica con él mismo se paraba y andaba, ya que tenía el margen suficiente para llegar a la meta.

Todo y las adversidades que explica Jesús, la carrera deja paisajes espectaculares. “Nunca había estado en el desierto y las dunas kilométricas y los lagos y rieras secas, impresionaban”, cuenta. Además, añade que la zona montañosa “era preciosa”, la cual se alternaba con otras zonas de dunas.

Todo por una causa medioambiental
La participación en la Marathon Des Sables la resume como una “experiencia muy enriquecedora, no tan solo como deportista, sino sobre todo como persona”. Además, el objetivo global del reto deportivo era contribuir a una causa ambiental y concienciar sobre sostenibilidad y medio ambiente. Por este motivo, cada kilómetro puede ser todavía apadrinado por personas, entidades o empresas a favor de la ONG Empieza lo Cambio mediante una campaña de crowdfunding, la cual todavía está abierta.

La totalidad del dinero recaudado con la campaña de donación de Jesús irá íntegramente destinado a organizar unas jornadas de reforestación y conservación con las escuelas de Tarragona del entorno natural y zonas próximas al cauce del Francolí. De momento ya ha conseguido 1.035 euros y remarca “que todavía faltan aportaciones”. Por este motivo tiene claro que se conseguirán los 1.500 euros previstos inicialmente. “Yo ya he hecho mi parte y ahora continuamos haciendo difusión. Si trabajamos juntos, podemos lograr grandes cosas”, concluye.

Texto: Josep Gallofré

Imagenes: Jesús Gellida

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